Joven estudiante cuenta como sufre en soledad el aislamiento en Córdoba

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Aixa Barriga es una de las jóvenes estudiante de Puerto Deseado que intenta regresar a casa desde Córdoba donde se encuentra estudiando. Ella, junto a otros 34 chicos buscan ser escuchados y que el gobierno de la ciudad los repatrié para pasar la cuarentena en familia.

Con 19 años, Aixa cursa el segundo año de la carrera de Contadora en la Universidad Nacional de Córdoba. Para ella y sus compañeros, el 2020 no está siendo un año productivo en cuanto a su vida estudiantil en la docta. La pandemia, no solo le ha impedido la posibilidad de asistir a las aulas, sino también el encuentro diario entre ellos y les ha provocado la llegada de la dura soledad, que a miles de kilómetros de la familia, se hace sentir más allá de la tecnología.

El abrazo, los besos y  hasta las mateadas siempre hacen más llevadero la vida de los estudiantes, y hoy a Aixa y sus compañeros le falta.

Los comentarios de los opinologos de siempre duelen y pegan fuerte, porque en esta etapa del aislamiento todo duele mucho más.

Mientras sigue esperando una repuesta de las autoridades locales y provinciales para ver si pueden regresar a casa.  Explica y expone su difícil momento que atraviesa, para ponerle un poco de silencio a las  voces que hablan y se expresan en las redes sociales.

“Me da gracia y pena leer como la gente opina de algo que todavía no está concretado. Y en el caso de que quienes tengan que aprobar nuestro pedido, lo hagan, es obvio que se hará con todas las medidas de precaución que sean necesarias.

Cuando digo que me da pena, hago hincapié en la poca empatía que hoy en día tiene la sociedad. Porque claro hablar de cómo creen que siente, que piensa y vive el otro sin conocer es muy fácil. Pero hay algo que nos estamos olvidando y que muy poca gente tiene conocimiento y conciencia, la SALUD MENTAL.

No me parecía necesario contar mi situación, pero leyendo comentarios tan pelotudos e ignorantes, dije “porqué no”, capaz le sirve al otro para entender un poco más y hablar un poco menos.

Cuando tenía 15 años empecé con ataques de pánico. Ante ciertas situaciones sufría uno. Me levantaba esperando a que llegue porque sabía que en algún momento aparecería.

Con el tiempo fueron disminuyendo pero cada tanto tenía algunos síntomas de ellos. Ahora los puedo identificar y por suerte tratar de controlar.

Hoy día los estoy sufriendo a DIARIO. Siento que nunca se van a ir y no se dan una idea lo horrible que es. No subestimen a nadie que tenga ansiedad, ataques de pánico, etc. Muchos no lo entienden, pero es feo posta sentir que te morís.

Acompañen, escuchen, y CIERREN MÁS LA BOCA, a veces no se trata de entender totalmente qué se siente o qué le pasa a la otra persona. Sino de estar ahí.

Démosle valor a la salud mental y dejemos de juzgar a quien no conocemos y realmente la pasa mal. No es un capricho como muchos dicen”.