El Salesiano amigo de los jóvenes y contenedor de los bravos enojos de los muchachos. El de los momentos justo y el de los ingenios para los arreglos. Este jueves dejó de existir en Buenos Aires.
Desde la comunidad salesiana se informó finalmente el deceso de este hombre que llegó a la Patagonia, desde su Italia natal, para no irse más, cómo decía otro hijo adoptivo de esta tierra Hugo Giménez Agüero.
Se encontraba en grave estado de salud por su avanzada edad desde hace varias semanas. Tanto que desde hace días se pedía cadenas de oración por la pronta mejoría, que finalmente no llegó.
Las localidades de Río Gallegos y Puerto Deseado fueron quienes más tiempo disfrutaron de este hombre dedicado al servicio, de carismática presencia, de profunda llegada al prójimo y especialmente de gran presencia entre los jóvenes.
Saracano, José y algún que otro apodo que la confianza que ofrecía permitía decírselo. Se lo va a extrañar, porque ya NO existen este tipo de personas que con un simple “Hola” arremeten con la sonrisa y la charla de los alumnos del sanjo.
Hasta siempre José, te fuiste con la tranquilidad de que sembraste mucho, con la esperanza de que la iglesia católica tenga cambios acordes a estos tiempos nuevos y vuelva a ser una de las razones de encuentro de los jóvenes de Santa Cruz.
Te extrañaremos… sin lugar a dudas, se fue el último gran salesiano de la Patagonia.
José Saracano
Nació un 29 de febrero de 1936 en Italia y en medio de los albores de la segunda guerra mundial se vio obligado a emigrar junto a sus padres y dos hermanos a nuestro país. Fueron unas de las primeras familias en radicarse en Río Turbio allá por 1949. Al poco tiempo, con su hermano varón fueron internados como pupilos en el Colegio Salesiano de Río Gallegos durante un año, momento en el cual fue enviado a Buenos Aires (Bernal) para continuar allí sus estudios, en otro colegio salesiano, comenzando allí sus primeras armas, estudiando sin darse cuenta que se a poco descubrió lo era un seminario despertando de a poco la vocación de querer ser salesiano.
Finalizando el tercer año del secundario se vio en la necesidad de decidir si quería ser sacerdote o laico consagrado, optando por ésta última opción.
Entre 1962 y 1970 fue enviado a la localidad de Puerto Deseado donde desarrolló sus primeras experiencias como docente y salesiano, y desde entonces transcurrió toda su carrera en Río Gallegos, siendo incluso profesor de italiano en el Colegio República de Guatemala entre el ’73 y el ’82.
En 1975 cuando se abrió el Centro Polivalente de Arte fue uno de sus primeros docentes y a su vez alumno para obtener el título que lo habilitara a la enseñanza artística.
En 1983 un cambio de destino lo llevó hasta Río Grande para posteriormente, en 1987 retornar a Puerto Deseado donde permaneció hasta el año 2000, momento en que nuevamente fue trasladado a Río Gallegos donde hasta el día de hoy nos honra con su presencia.
Si bien la existencia de la Ley Provincial nº 2987 establece un mecanismo que debe desarrollarse para que un vecino sea distinguido con ésta declaración, los diputados consideraron que en función del reconocimiento efectuado en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación y los requisitos y motivos que se detallan en la normativa vigente, han sido plenamente satisfechos y solo basta remitirse a la breve y resumida biografía descrita precedentemente mas los testimonios que hoy se pueden recolectar entre quienes han transitado en algún momento de su vida por la querida Institución Salesiana.
Saracano, tiene una gran calidez humana y su pasión por compartir con niños y jóvenes, que a través no solo del deporte y el juego, sino también de la palabra amena y oportuna, fue, es y será reconocido como ese amigo incondicional, fiel a su estilo aventurero y audaz que sin lugar a dudas ha impreso su legado en cientos y cientos de jóvenes de alumnos salesianos que han sabido compartir con él sus juegos y ocurrencias, motivo por el cual descontamos el apoyo de nuestros pares para la sanción de la presente iniciativa.