Héctor Manuel Irastorza: dos veces desaparecido
Por Santiago Castillo
Los militares lo desaparecieron cuando cumplía con el Servicio Militar Obligatorio en la Patagonia. Cuatro décadas después, nadie parece recordarlo en el lugar de su secuestro.
Héctor Irastorza desapareció en Puerto Deseado. Aunque le faltaban pocos días para terminar la colimba, los militares quisieron instalar la idea de que había desertado. Tiempo después, testigos aseguraron haberlo visto en un centro clandestino de detención. Desapareció en Puerto Deseado, pero nadie parece saberlo o recordarlo. A diferencia de Andrés Armendáriz, el militante deseadense desaparecido en Capital Federal, él no tiene ninguna placa en la ciudad santacruceña que lleve su nombre, ni ninguna calle, ni siquiera páginas en el diario o menciones en los actos del 24 de marzo. Casi cuarenta años después, su nombre también sigue desaparecido en Puerto Deseado.
Héctor Manuel Irastorza estaba cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio. Se había recibido de veterinario en la UNLP y había militado en la Juventud Universitaria Peronista. Al terminar la carrera, en enero de 1976 se presentó en el Ejército -había conseguido una prórroga por estudio- y lo destinaron al Escuadrón de Caballería Blindado Nº 9, en Puerto Deseado, Santa Cruz. Las dos licencias que tuvo durante su servicio las aprovechó para volver a La Plata a visitar a sus padres, Manuel Irastorza y Huri Qüesta.
El ex capitán del Ejército Argentino José Luis D’Andrea Mohr cuenta la historia de Irastorza —y las de otros 128 soldados que también fueron secuestrados y desaparecidos mientras prestaban servicio militar durante la última dictadura— en su libro El escuadrón perdido. “El 26 de febrero de 1977 los padres de Héctor Manuel viajaron a Puerto Deseado para visitar al hijo, seguros de regresar con él ya de baja. Para su asombro, el jefe del Escuadrón, mayor Juan José Vargas, les comunicó que el 10 de febrero el soldado Irastorza había sido enviado por él mismo en comisión al Comando de la Brigada de Infantería IX, en Comodoro Rivadavia. Como no regresó el 14 de febrero, como correspondía, le iniciaron actuaciones por deserción”, detalla el militar que contribuyó con múltiples causas en contra de represores.
Habían pasado dieciséis días del hecho cuando Manuel y Huri hablaron con Vargas. “Lo primero que nos dijo fue que habría una mujercita entre medio”, recordó en el juicio la madre de Irastorza. La pareja inmediatamente echó por tierra esa suposición. No tenía mucho sentido que un joven con un título universitario y a pocos días de cumplir con el servicio desertara. Por eso se quedaron unos días más en Deseado para investigar qué había pasado con su hijo.
“Averiguaron que el 10 de febrero a las ocho y media de la mañana su hijo había tomado el ómnibus con destino Comodoro Rivadavia, conducido por un señor Zapata. Hasta el momento del embarque Héctor Manuel estuvo acompañado por un cabo enfermero de apellido Montenegro”, dice El escuadrón perdido. Según la declaración de la madre del soldado en el Juicio por la Verdad que investigó su desaparición, Irastorza fue bajado del colectivo que iba a Comodoro por personal militar en Caleta Olivia.
Años más tarde, Patricia Pérez Catán, una mujer que había estado secuestrada en el centro clandestino de detención “La Cacha”, le escribió una carta a Huri Qüesta: “Sí, señora, yo estuve con Héctor, que le decían ‘el Pesca’. Nuestros colchones eran el piso, estaban bastante cerca y pudimos charlar bastante. Así supe que él estaba haciendo el Servicio Militar en el sur cuando lo detuvieron y luego lo llevaron a La Cacha, donde estuvo en los meses de marzo-abril de 1977, hasta que un día trasladaron a todos los conscriptos juntos a otro lugar, nunca supe dónde, y desde ese momento no tuvimos más noticias de ellos”.
El verdugo.
“’Yani’ Vargas era un hombre muy sociable en Puerto Deseado. Participaba de cenas y almuerzos de gente caracterizada. Hoy por hoy, por ahí aparece cuando ves fotos viejas en Facebook”, dice Osvaldo Bidabehere sobre el militar que mandó a Irastorza a Comodoro. Osvaldo estuvo cuatro años preso en la cárcel de máxima seguridad de Sierra Chica. Oriundo de Deseado, se había ido a estudiar ingeniería a Bahía Blanca. Ahí lo detuvieron en 1975, cuando denunciaba un futuro golpe de estado junto a sus compañeros del Partido Comunista Revolucionario.
-Cuando volví a Puerto Deseado, me largaron con un sistema de libertad condicional en el que yo quedaba bajo el mando del ejército. La primera vez que nos vimos, le dije a Vargas algo que lo enardeció bastante. Él me empezó a hablar de la subversión y yo le dije que los únicos subversivos eran ellos, que habían subvertido el orden constitucional, habían derrocado a un gobierno e implantado el terror.
-¿Y él qué contestó?
-Se enfureció mucho, me dijo que me iba a hacer desaparecer, que me iba a pasear por todo el país, que él podía hacer lo que quisiera conmigo. Y yo le dije que sí, que era cierto. Pero que todo ese verso de la lucha contra la subversión no era para mí.
-¿Cómo supervisaba tu libertad condicional?
-Él no necesitaba custodiarme, porque Deseado mismo me custodiaba. A mí me pasaron cosas muy duras, como caminar por una vereda y que la gente cruce para la otra. Yo nací acá, a una cuadra. No maté, no violé, no robé un banco. Y hasta el día de hoy tengo que dar muchas explicaciones, después de muchos años.
Otro deseadense que conoció de cerca a Vargas fue Eduardo Peralta. Cuando los militares tomaron el poder por la fuerza en 1976, él tenía 23 años y era director del único medio de comunicación local, el semanario El Orden. “Teníamos contacto directo con él. Se vino a presentar y nos dijo que no había que criticar tanto ni buscar nada. En su momento las personas mayores que estaban en Deseado, algunos de la Cámara de Comercio y algunos amigos que teníamos, por los artículos que escribíamos nos empezaron a decir ‘No escriban más, porque van a tener problemas graves, principalmente de ir presos y nunca más volver’”, recuerda.
El 29 de septiembre de 2004, el coronel retirado Juan José Vargas se negó a declarar en el juicio por la desaparición de Irastorza. El militar dispuso de un numeroso cuerpo de abogados que presentó dos escritos para impedir su declaración. De su carrera en las Fuerzas Armadas se sabe que en noviembre de 1979, después de haber cumplido funciones en Puerto Deseado, fue edecán presidencial de Jorge Rafael Videla.
Han pasado más de 44 años de aquel día en que el soldado y veterinario que había enseñado a leer y escribir a siete compañeros de cuartel fue bajado de un colectivo de larga distancia. Fue secuestrado por los militares y fue olvidado por los civiles. Por eso, Héctor Manuel Irastorza fue dos veces desaparecido.