Cuando muchos eligen irse de Deseado, ella apostó a quedarse y volver a empezar

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María junto a su marido llegaron hace unos cuatros años con las valijas cargadas para una nueva vida. Lejos quedaron sus familiares y el presente de ese momento. Hoy agradece haber  elegido a la ciudad portuaria como su destino final.

María y Kiko estuvieron más de la mitad de su vida viviendo en Luján, Buenos Aires, donde dejaron trabajo, comercio y una vida armada. Llegaron con la ilusión de instalar un salón de fiestas infantiles, sin embargo el universo tenía preparado otra cosa para ellos.

“A Deseado lo conocí por medio de un pariente de mi marido. Fue amor a primera vista” contó a Deseado Noticias.“Necesitábamos hacer un cambio, allá tenemos familia, bienes, todo pero no nos sentíamos satisfechos. Lo más extraño, vengo de una familia conservadora, a los 18 me casé con mi primer novio,  y fue la primera vez que me mudé a 20 cuadras de mis viejos. Pero yo a los 20 empecé a fantasear con irme lejos (digamos que siempre me sentí la que no encajaba en la familia y lo mejor era estar lejos) así me extrañaban” dice un poco en broma y otro poco en serio.

La profesora de zumba escuchó hablar de Deseado en el momento justo, “estábamos atravesando un momento económico y emocional malo, porque la economía afecta tus emociones, entonces ahí  dijimos vamos, el pariente insistió y pensamos ¿Qué puede salir mal? Bueno, te digo que algo sí salió mal porque mi marido vino 3 semanas antes y cuando yo llegué a los 10 días quedamos en la calle”.  Y  recuerda que en Luján vivió 39 años, y de la casa de sus padres se mudó a su casa, “tuve más mudanzas acá”.

Lo único que se reprocha de haber venido a Deseado, si es que hay algo para reprocharse, es los enojos de su hijo, que le vive mostrando su disconformidad por la decisión tomada, “mi hija de 25 lo aceptó y comprendió”.

Hace unos días en su perfil de facebook posteó que la ciudad portuaria era su lugar en el mundo, al preguntarle porque  dijo, “no sé,  amor a primera vista. Sentí paz, no había visto más que la costanera y sentía que era este el lugar que busqué. Ya te digo fantasee desde los 20 con irme y cuando conocí este lugar supe que era el indicado”.

“Siento que Deseado valora que hago las cosas con pasión, con vocación, mi actividad allá no era valorada, incluso yo pagaba para poder brindar mis clases, sacaba de mi otro trabajo para sostener zumba. Me da seguridad, siempre digo es una isla con una ruta extensa, todos se conocen, los buenos y los malos. Podes caminar por cualquier lado a cualquier hora, con plata y celular en mano, podes ir al banco hacer un retiro sin miedo a que te esperen afuera. Podes andar en bicicleta sin correr riesgos de ningún tipo, lo digo por experiencia ya sea por robo o un manoseo de alguien que pasa en moto”.

“De Puerto Deseado te puedo decir que viven en el paraíso y no se dan cuenta“.

La idea era venir a instalarse comercialmente, mientras tanto Kiko, su marido, consiguió trabajo en la minería y ella como profesora de zumba, “veníamos a armar un salón de fiestas infantiles, en Luján tuvimos en pleno centro, lo armamos con mi marido y hasta el día de hoy nos preguntan por el salón y se lamentan que nos hayamos ido, como te dije antes ponemos pasión y vocación a todo lo que hagamos nos guste o no. Lo tuvimos 3 años pero entraba mucha plata y se iba mucha plata, muchas horas de trabajo, mucha responsabilidad y después que lo cerramos vinieron los cambios y  a los cinco meses estábamos acá”.

Empezó a sí una vida social que rápidamente la hizo ser “conocida” en Puerto Deseado, su actividad y su forma de socializar la introdujeron  a la comunidad de manera ascendente, “a los tres meses de llegar juntamos dinero y mandé a pedir a Atila, un pitbull, que no pude traerlo en el primer viaje y las cosas esenciales y entre ellas las bicicletas, a los pocos días había un recorrido por los caminos costeros nos anotamos y no teníamos cascos y como nos dejaron, regalamos un mes gratis de las actividades que hacemos. Ahí me di cuenta que Deseado era más hermoso de lo que creíamos”.En la ciudad costera su vida pasa por las clases de zumba y funcional, estas últimas las empezó a dar para ayudar a su marido y después terminó abriendo grupos para mujeres, “pero no estaba en mis planes”.

Lunes. miércoles y viernes 10hs, 18hs y 21hs. Martes y jueves 14hs y 19hs en Rivadavia 762 la pista de baile siempre está abierta para su nutrido grupo de bailarinas y bailarines

Los martes y jueves a las 18hs  los pequeños hasta los 12 años pueden disfrutar de las coreografías que María prepara con mucho amor. Ambos grupos bailan y practican en Rivadavia 762.

“Cuando empecé a dar zumba a creí que iba a ser un hobby como fue allá…y acá estoy gracias a Dios viviendo de esto”.

“De Puerto Deseado te puedo decir que viven en el paraíso y no se dan cuenta. Acá se puede dormir con la puerta abierta, dejar el coche en marcha. Faltan cosas para que los jóvenes y los que se jubilan no se quieran ir. Siempre decimos con mi marido que para nosotros acá es como estar en vacaciones permanente mientras trabajamos” concluyó.

María Martínez es esa mujer que hace cuatro años eligió Deseado, miró el mapa y dijo vamos para allá. Se enamoró de la ciudad, su gente y sus paisajes. No se arrepiente de haberlo elegido y no entiende porque hoy muchos eligen irse.

No está segura de que hubiera sido de su vida, y la de su familia, si no se mudaban. De lo que sí está segura que Puerto Deseado es el lugar, ese que estaba buscando en su inconsciente desde los 20 años y que la convenció para salir de la gigante Buenos Aires.