Es deseadense y desde hace 12 años práctica yoga en el agua
Cansada del ruido de la ciudad, vivía en Buenos Aires, y en búsqueda de desarrollar su carrera de Diseñadora Gráfica, tomó la decisión y decidió volver al sur, pero no a Puerto Deseado, se quedó en Puerto Madryn desde donde descubrió una vida nueva junto a la naturaleza.Verónica Naves Manildo tiene 43 años y se recibió de Diseñadora Gráfica, nieta, bisnieta e hija de familia pionera de la ciudad portuaria. Como todo joven, terminó el secundario y debió emigrar en búsqueda de su futuro, las luces de Capital Federal la esperaban.
Allí desafío la soledad y la nostalgia de extrañar a los seres queridos y culminó su carrera luego de los años correspondientes de formación. Sin embargo, un día dijo basta, y se fue en búsqueda de un lugar donde pueda desarrollarse como diseñadora y estar cerca del mar, eso que tanto añoraba de su vida en Puerto Deseado.
“Quería dejar mi trabajo en Buenos Aires y a la vez elegir un lugar con mar para desarrollarme como diseñadora” cuenta a Deseado Noticias la joven deseadense, “una ciudad que siempre me gustó fue Puerto Madryn, además es cercano a Deseado”.Y hacía allí partió, con nuevas ilusiones y muchos proyectos, “viviendo en Madryn me capacité en yoga y comencé a realizar una actividad llamada yoga outdoor. Lo realizo en Napraclub donde trabajo con mi pareja y hay distintas actividades de aventuras en el mar”.
Se trata de una práctica de yoga sobre tablas de stand Up con mar calmo y se “realiza siempre, teniendo en cuenta la condición climática” explica. Dicha actividad la comenzó a hacer hace 12 años, combina, naturaleza, mente y la paz en una de las ciudades más bonitas del sur de la Patagonia.
Verónica cuenta que “lo que enseña es la práctica de yoga sobre tabla de standuppaddle. Son clases adaptando las posturas a la superficie de la tabla. Se coordinan con anticipación según la condición climática”.Naves asegura que cualquier persona que quiera conectar con el mar y sumar los beneficios del yoga puede darse el gusto de practicarlo, “la combinación de estas prácticas en la naturaleza, sirve para conectar con el entorno y fortalecer el cuerpo física y mentalmente”.
“No es necesario contar con experiencia alguna. Básicamente se deben tomar algunas clases de standuppaddle para familializarse con la tabla y medida de seguridad como remar por ejemplo. Es más importante eso que el yoga en sí” aclara.
En cuanto a que se debe disponer, “nada. Nosotros en Napraclub tenemos todo el equipamiento para que puedan hacer la clase. Contamos con tablas, trajes de neoprene, chaleco salvavidas. Solo ganas de conectarse con lo que nos brinda este ejercicio sobre el mar”.
La web de Napraclub dice que de octubre a marzo es el momento para hacer el ejercicio sobre el mar. “Las mañanas con el agua calma son el escenario perfecto para las clases de yoga. La conexión con el mar y el entorno nos hace entrar en estado meditativo para una buena práctica. El desafío, no perder el equilibrio. Los movimientos son suaves pero firmes, usamos la fuerza y también estiramos. La respiración acompañando cada postura y en la relajación, el sonido de la naturaleza en conjunto con el movimiento sutil de la tabla, logran el match perfecto”.
La clase dura unos 75 minutos. Para gente que está de paso por la ciudad y quiere vivir la experiencia, se coordina la misma según la condición climática. La primera parte es una introducción al standuppaddle, algo de teoría, elementos de seguridad, luego se va al mar a remar y hacer algunas prácticas de pie sobre la tabla. Más tarde se fondea y se preparan para la clase de yoga, terminando con una relajación.
Verónica manifiesta que le encantaría llevar la actividad a Puerto Deseado, “pero al no vivir allá es más difícil” se lamenta. Aunque, también se alimenta de esperanzas al pensar que quizás “en algún viaje se pueda coordinar algo para personas que tienen sus tablas. Es una buena idea y habría que analizarla” finalizó.