La historia de Ana Cruz, una operaria pesquera que cumplió el sueño de sus hijos gracias a su trabajo en Vieira Argentina
Ana Cruz, trabajadora de la empresa pesquera Vieira Argentina, compartió con esta cronista una noticia que llenó de orgullo a toda su familia: “Mi hija se recibió de abogada, y ahora puedo decir que mi tarea está cumplida”, dijo con la voz quebrada por la emoción en la fila del supermercado chino donde se aprestaba a pagar la compra del día.Con una vida marcada por el esfuerzo y la perseverancia, Ana no solo celebró un logro personal, sino también el de sus hijos, quienes, pese a las dificultades, lograron formarse profesionalmente. “Ellos son mi mayor orgullo”, dijo feliz de haber alcanzado uno de sus sueños más importantes.
La historia de Ana es la de tantas personas en pueblos como Puerto Deseado donde, hay que decirlo, las oportunidades son limitadas y la ayuda del Estado, muchas veces es escasa y otras veces selectiva. Ana recuerda con frustración las veces que acudió a pedir becas o ayudas para que sus hijos pudieran continuar sus estudios, solo para recibir respuestas negativas. “Nunca me dieron ni una sola ayuda”, cuenta con una mezcla de impotencia.
Sin embargo, esa historia de carencias y rechazos dio un giro gracias a un apoyo fundamental: el de Eduardo Vieira Montenegro, presidente de Vieira Argentina, quien le brindó la oportunidad de trabajar en uno de los momentos más difíciles de su vida.
“Gracias a él, pude darles una oportunidad a mis hijos”, comenta Ana con gratitud. El trabajo estable en Vieira Argentina le permitió a Ana financiar los estudios de sus hijos. Su hija, Priscila Luis, se graduó primero como analista en Sistemas, luego como procuradora en la Universidad de Mendoza, y ahora obtuvo su título de abogada.
En tanto su hijo Axel hoy está a punto de cumplir su sueño de ser profesor de Biología. Para Ana, el logro de sus hijos no solo es una victoria personal, sino también un reflejo de su esfuerzo incansable. “Mis hijos pudieron estudiar y graduarse con el fruto de mi trabajo. No contaron con becas ni ayudas externas, solo con la oportunidad que me dio Eduardo Vieira Montenegro”, afirma emocionada.
En un contexto donde las oportunidades no siempre son accesibles para todos, la historia de Ana Cruz resalta como un testimonio de resiliencia, esfuerzo y, sobre todo, solidaridad. Su relato muestra cómo el apoyo desinteresado puede transformar vidas, y cómo el trabajo constante puede abrir puertas, incluso en los momentos más difíciles. Estas son historias de la gente de la pesca que da felicidad y un aire de triunfo poder contarlas.
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