Pablo Bonina viaja a Buenos Aires para su trasplante de médula: su hermano Ulises será el donante

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Tras meses de tratamiento en Comodoro Rivadavia, el futbolista deseadense Pablo Bonina recibió la derivación para viajar a Buenos Aires, donde completará una quimioterapia y luego se someterá a un trasplante de médula ósea. Su mamá, Carol Salcedo, confirmó que el donante será su hermano menor, Ulises, de 13 años.La lucha de Pablo Bonina, el joven futbolista de Ferroviario Deseadense que enfrenta una leucemia, sumó este martes por la noche una noticia largamente esperada por su familia y por toda la comunidad de Puerto Deseado. “Nos salió la derivación para Buenos Aires, por fin nos vamos mañana”, contó emocionada Carol Salcedo a La Opinión Austral.

El viaje marcará el inicio de la etapa decisiva del tratamiento: en la Ciudad de Buenos Aires, Pablo realizará primero una nueva ronda de quimioterapia y, una vez finalizada, será sometido al trasplante de médula ósea, con donante familiar ya confirmado. “Ya salió el tema del viaje para el trasplante de él”, explicó la madre en diálogo con Radio LU12 AM680, mientras continua la internación del adolescente en la Clínica del Valle de Comodoro Rivadavia.

Desde la clínica, Carol detalló que el traslado se hará en avión sanitario, tal como indicaron los médicos. “Estamos internados, ya en la espera del viaje a Buenos Aires. Ayer nos dieron la noticia de que salió el viaje para el trasplante. Estamos a la espera del avión sanitario que nos va a llevar”, señaló. Por el cuadro de bajo recuento de plaquetas y glóbulos, que motivó la última internación y la necesidad de transfusiones, los profesionales descartaron la posibilidad de un vuelo comercial.

El plan médico establece que en este primer tramo viajarán solo Pablo y su mamá. “Primero me voy yo sola con él. Vamos a hacer un tratamiento allá y, ni bien finaliza el tratamiento, haríamos el trasplante”, explicó Carol. Una vez concluida la quimioterapia previa, será el turno de Ulises, el hermano menor de 13 años, quien viajará acompañado por su padre para aportar la médula. “Ya tenemos todo hecho. Vamos con todo listo, es un paso enorme y que haya sido él el compatible, idéntico, hace que Pablo no tenga que esperar ninguna lista. Vamos derecho a trasplante”, destacó.

La confirmación del donante fue uno de los alivios dentro de un año atravesado por internaciones, estudios y viajes constantes entre Puerto Deseado y Comodoro Rivadavia. “En el último tiempo creo que vivimos más acá en Comodoro que en Deseado, porque era todas las semanas: controles, quimios, todo el tratamiento”, recordó la madre. La derivación a Buenos Aires llega, además, tras días complejos: “Hace una semana que estamos internados, con un bajón de plaquetas y glóbulos bastante importante. Está con transfusiones constantes, por eso pedíamos donantes”, explicó.

El traslado se realizará hacia el Centro Sagrado Corazón, donde se concretará el trasplante. “Allá nos están esperando, vamos derecho al centro y él va a arrancar automáticamente con el tratamiento”, dijo Carol. Aunque todavía no le informaron la fecha exacta de la intervención, la previsión médica es que se realice dentro de esta misma semana, una vez que se concrete el vuelo y se complete la quimio previa. “La doctora me dijo que hoy tiene que concretarse el viaje. Si no es hoy, será mañana”, contó.

La dimensión humana de la noticia se refleja también en la organización familiar. El viaje, explicó Carol, los tomó “de sorpresa” y obligó a reacomodar todo en pocas horas. “Así como vinimos, así como estamos, nos vamos para Buenos Aires. No alcanzamos a volver a casa”, describió. En paralelo, la familia ya piensa en actividades para afrontar los gastos que implicará permanecer en otra ciudad durante varias semanas. “Vamos a organizar una rifa para poder solventar gastos. Tenemos obra social, pero estar allá es un gasto que no está contemplado, y más cuando una viaja por primera vez y en este estado”, señaló.

Carol no ocultó que el contexto es exigente, pero insistió en la importancia de mantener el ánimo: “Hay que estar bien de cabeza, siempre. Toda la fe, todas las buenas energías”, resumió. También reconoció que la fecha del viaje adelanta los tiempos que habían imaginado: “Nosotros teníamos pensado hacerlo en enero, pero la doctora no quiere dejar pasar más tiempo. Como decimos, no importa si nos toca pasar Navidad allá, Navidad será otro año. Lo importante es que le hagan el trasplante, que le hagan todo el tratamiento y que salga bien de esto”.

La historia de Pablo Bonina, que comenzó con síntomas repentinos y un diagnóstico que dio vuelta la vida de la familia, movilizó a todo Deseado. Hubo cadenas de oración, rifas y campañas de donación de sangre que se replicaron en redes sociales, en la cancha de Ferro y en distintos espacios de la región. Cada avance en su cuadro médico fue seguido de cerca por vecinos, amigos, compañeros de equipo y oyentes de LU12, que ya lo escucharon al aire más de una vez hablando de fútbol, de River y de su sueño de volver a defender la del Ferroviario.

Hoy, esa red de afecto acompaña un nuevo capítulo: la partida hacia Buenos Aires para encarar el tramo final del tratamiento. “Estamos solos, pero con todas las pilas puestas, con todas las garras para ir a hacer el tratamiento y después esperar a mi hijo más chiquito con su papá para hacer el trasplante”, dijo Carol.

Mientras se ultiman detalles del viaje y la familia organiza cómo afrontar la estadía, la madre se queda con una certeza: “Esto se va a terminar. Después vendrá la recuperación y los cuidados de siempre, pero ya es un proceso que estamos terminando”.

En una Patagonia acostumbrada a tender la mano cuando alguien la necesita, la noticia de la derivación de Pablo Bonina a Buenos Aires funciona como una bocanada de esperanza. El camino todavía tiene etapas por delante, pero el objetivo está claro: que el joven defensor de Ferroviario Deseadense pueda volver a su ciudad y, cuando llegue el momento, a la cancha. Hasta entonces, la fe, la medicina y el acompañamiento de toda la comunidad seguirán jugando en el mismo equipo.

Fuente: La Opinión Austral