Caen los despidos, pero los empresarios mantienen la cautela sobre el futuro

0
271

Un relevamiento del Ministerio de Trabajo muestra un leve repunte en las expectativas del sector privado, aunque el escepticismo prima en la industria y la construcción.

El Ministerio de Trabajo presentó los resultados de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL), que elabora en base a las respuestas de 3000 empleadores de todo el país que agrupan al 53% de los asalariados registrados.

El estudio establece, cada mes, el movimiento de personal y si las empresas están más inclinadas a contratar trabajadores o a cesantearlos en los meses siguientes. El relevamiento de enero 2020 presenta la particularidad de que expresa la visión, el sentir y las expectativas de los empresarios ante la asunción del nuevo gobierno y sus primeras medidas.

Los datos ponen de manifiesto una actitud expectante del empresariado. Lo que descolla es la desaceleración en la tasa de salida (como se conoce a las bajas de personal por cesantías, renuncias o jubilaciones), que se redujo hasta un 1,6% de los ocupados. Es el valor más bajo desde noviembre de 2003, cuando el índice fue del 1,3%. Pero a diferencia de aquel año, en este caso el dato debe ser analizado a la luz de la tasa de entrada (incorporaciones) que con un 1,5% fue “baja en relación a la serie histórica”, según el informe. Así, el saldo neto negativo mensual fue del -0,1%. Para encontrar una tasa de entrada más baja hay que recalar en diciembre de 2018, cuando se registró un 1,4 por ciento.

Así las cosas, si bien el dato expresa un retroceso en los despidos, también refleja una actitud conservadora, tanto de los asalariados a la hora de decidir abandonar un empleo por las pocas expectativas de una pronta reinserción, como la de los empleadores a la hora de resolver nuevas contrataciones. La desaceleración en esa tasa de salida se da sobre la base de un mercado de trabajo muy deprimido que acumuló en cuatro años un retroceso de 240 mil puestos de trabajo privado registrados (ver nota aparte). Con todo, la tasa de despidos, que descarta las jubilaciones y las renuncias, registró un marcado descenso y se ubicó en un 0,5%, el valor más bajo de los últimos dos años.

Otro dato que muestra la parálisis del mercado laboral es que apenas el 21,9% de las empresas buscó contratar trabajadores, un nivel muy por debajo del promedio histórico del 30,9% y del promedio de los últimos diez años (30%) e, incluso, del 27,9% del período relativo al gobierno anterior.

Expectativas

Hacia adelante, la encuesta también indaga sobre las intenciones de los empresarios para contratar personal durante los próximos tres meses. Realizado en enero, el relevamiento expresa las perspectivas que el empresariado depositó en una reactivación económica, ya no a partir de las promesas de campaña sino sobre la base de las primeras medidas del nuevo gobierno en general y de los lineamientos forjados en la ley de emergencia económica aprobada días antes, en particular.

Los resultados manifiestan una leve mejoría con relación a los últimos meses del año pasado, pero distan de lo que, según los técnicos de la cartera laboral, expresa un mercado laboral sano. Es que la diferencia entre la cantidad de empresas que aseguran contratar contra las que tienen planeado cesantear es de apenas 0,9 puntos cuando debería ubicarse entre 3 y 6 puntos para alcanzar ese rango, algo que no ocurre desde mayo de 2018. Con todo, se trata del cuarto mes consecutivo de registros positivos crecientes luego de que en los 13 meses anteriores hubiera habido apenas dos meses con expectativas positivas.

Un dato relevante es que el 93,1% de las empresas manifestó no tener cambios planificados en sus dotaciones, un valor que “se ubica por encima de los valores de los últimos diez años” y que expresa “un mercado laboral expectante”, según interpretó el  informe.

Industria y construcción

Los resultados de la EIL coinciden con el relevamiento que realiza el Indec sobre empresas industriales y de la construcción, los sectores, más golpeados por la crisis y más dependientes de una reactivación del mercado interno. Apenas un 7,6% de los industriales cree que su dotación de personal crecerá entre febrero y abril de 2020 con relación al mismo período del año anterior. En la Construcción, sólo un 6,5% de las empresas que realizan obra privada pronostica un crecimiento. «

Durante el gobierno de Cambiemos, se destruyeron 246 mil empleos privados registrados

Desde diciembre de 2015, cuando asumió el gobierno de Mauricio Macri, el empleo registrado se incrementó en 125.300 puestos. Pero cuando se analizan los datos de manera minuciosa surge que el número de empleados registrados del sector privado retrocedió en 245.900 mientras que los trabajadores monotributistas crecieron en 188.600 personas, a la vez que los y las asalariadas de casas particulares crecieron en 59.300 y los empleados públicos lo hicieron en 118.900.

Los datos, de esta forma, reflejan una rotación en las modalidades de contratación que indican un marcado proceso de precarización laboral junto a un parate en la actividad productiva, contenido parcialmente por la creación de empleo público y de vínculos laborales sin relación de dependencia.

A la hora de analizar los datos al interior del sector privado, el fenómeno emerge todavía con mayor claridad toda vez que fue la industria manufacturera la que perdió la mayor cantidad de empleos: 170.700.

La actividad de la construcción, por su parte, destruyó 33.800 puestos de trabajo. Desde julio de 2018, de hecho, la actividad manufacturera dejó de ser la mayor generadora de empleo en detrimento del comercio, a pesar de que allí se destruyeron 43 mil puestos de trabajo.

El retroceso del sector industrial se mantuvo en forma sistemática desde 2015 a esta parte mientras que la construcción y el comercio habían experimentado una leve recuperación durante 2017. De hecho, si se midiera desde diciembre de aquel año, la destrucción de empleo alcanza los 61.300 puestos netos para la construcción y 69.400 para el comercio, una verdadera masacre laboral que da cuenta de cuál es la clase social que cargó con los costos de la crisis.