Benedicto XVI evita el silencio prometido y defiende el celibato

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La figura del papa emérito se ha convertido en un símbolo de la oposición a Francisco para los sectores más conservadores de la Curia romana.

A siete años de su renuncia al pontificado, el papa emérito Benedicto XVI continúa evitando el silencio que había prometido al dar un paso al costado al defender el celibato y su figura se ha convertido en un símbolo de la oposición a Francisco para los sectores más conservadores de la Curia romana.

Joseph Ratzinger, de 92 años, decidió el 11 de febrero de 2013 dejar el cargo para el que había sido elegido el 19 de abril de 2005, tras aducir “falta de fuerzas” para continuar con un pontificado en el que empezaban a florecer las filtraciones y las denuncias de mala gestión de casos de pederastía.

Al momento de anunciar su decisión, de forma sorpresiva y en latín, Ratzinger había prometido una vida en silencio desde el monasterio Mater Ecclesia, en el que vive dentro de los jardines vaticanos acompañado de un grupo de monjas y de su histórico secretario, su compatriota alemán Georg Ganswein.

Sin embargo, a pesar de una salud que se deteriora “como una vela que se apaga lentamente” según reconoció, el papa emérito ha intervenido en varios temas de la coyuntura política del Vaticano y sus apariciones han sido aprovechadas por los sectores conservadores contrarios a su sucesor, Jorge Bergoglio, para buscar crear una contraposición entre ellos.

El último episodio fue el anuncio a mediados de enero de un libro firmado por Ratzinger y el cardenal guineano Robert Sarah con una fuerte defensa del celibato, justo en la víspera de la exhortación sobre la Amazonía que Francisco publicará mañana y en la que, según algunas algunas, podría darse una flexbilización para favorecer la ordenación sacerdotal de hombres casados en situaciones específicas.

Tras varios cruces con el Vaticano, Benedicto XVI finalmente retiró su firma de la tapa del libro, pero mantuvo sus escritos en el texto en los que defiende al celibato con firmeza.

El episodio de enero se dio apenas meses después de que, en abril del 2019, el papa emérito intervino sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y en un largo texto consideró que el origen del fenómeno se podría explicar con la denominada revolución sexual de la década del 60.

Casi un año antes, otra aparición de Ratzinger a través de un libro derivó en la renuncia del entonces responsable de comunicación del Vaticano, el italiano Dario Vigano, acusado de manipular un carta de Benedicto XVI para hacerla parecer como un apoyo a Francisco.

Ya en 2016, Francisco debió aclarar que no existían “dos Papas”, sino que Benedicto es “papa emérito”; según dijo a la prensa al regresar de un viaje de tres días a Armenia.

“Benedicto es papa emérito. Él ha dicho claramente aquel 11 de febrero que daba su dimisión a partir del 28 de febrero, que se retiraba para ayudar a la Iglesia con la oración. Y Benedicto está en el monasterio rezando”, puntualizó Bergoglio entonces, tras una referencia de Ganswein a la coxistencia de “dos Papas”.

Tras una acumulación de estos episodios, que han sido utilizados por los sectores conservadores para atacar a Francisco, el pontífice argentino incluirá en la nueva constitución apostólica que publicará en junio, “Prediquen el Evangelio”, un apartado especial para regular la institución del papa emérito, según coinciden varias fuentes consultadas.

Además, en las últimos días el Vaticano confirmó que reducirá las responsabilidades de Ganswein, actual prefecto de la Casa Pontificia, visualizado como muchos observadores como el principal responsable de las apariciones públicas de Benedicto en aparente contradicción con Bergoglio.