Lleva la mitad de su vida fuera de Deseado, sin embargo, lo extraña y le duele como el primer día
Con 40 años de vida y 20 lejos de su ciudad natal, César Vera sigue añorando ese pueblo que dejó allá por el año 2003 y de vez en cuando se pega una vuelta para recorrer sus costas, caminar sus calles y bajar a tierra. Una historia de superación con un final feliz. Hace 20 años armó sus valijas y partió en búsqueda de su sueño, en ella llevaba las ilusiones de volverse profesional, la nostalgia del pueblo que dejaba y la tristeza por alejarse tanto de su familia.
César Vera, “el negrito”, había empezado una auspiciosa carrera de conductor con apenas unos años, su paso en los medios deseadenses lo habían convencido de que debía ir por allí. Eso hizo, partió a la gran ciudad para estudiar locución, aunque “nadie quisiera irse del lugar en donde nació si no sintiera que no hay posibilidades para crecer. Muchas veces pienso ¿Dónde estaría trabajando hoy? ¿Qué estaría haciendo? Si me hubiese quedado allí o hubiese vuelto” comentó a Deseado Noticias.
“Cuando me fui me paso algo muy curioso, y es que, si bien extrañaba momentos con amigos, el disfrute de la juventud y todo eso, me sentí muy ilusionado de estar en una ciudad tan grande y llena de posibilidades. Quizás esas oportunidades de crecimiento que lamentablemente no veía en Deseado. Y además, con el desafío de buscarte un lugar entre tanta gente, cosa que no es fácil, sos uno entre muchos que están en la misma que vos” cuenta dos décadas después de su partida a Capital Federal para estudiar la carrera de Locución.
Vera vivió y sufrió lo que vive y sufre cada estudiante del interior, el desarraigo y la inestabilidad económica, “tuve que empezar, dejar, empezar y así varias veces los estudios. Es que más allá del esfuerzo de mis viejos, debía trabajar para subsistir. Hice de todo, y me quedaba tan poco tiempo, que a pesar de andar siempre bien en la Facultad, debía dejarla de lado por el trabajo”.
“Me perdí el día a día con mi familia, mis viejos, mis amigos de siempre. El paso del tiempo de mis seres queridos básicamente. Son cosas que uno resigna cuando elije este cambio” reflexiona el Locutor, y amplió “necesito volver siempre en algún momento del año a Deseado, es mi lugar. Siempre digo que cuando necesito poner los pies en la tierra necesito volver a mi casa, y no hablo solo del barrio, Deseado es mi casa”.
El desarraigo y el “acomodarse” a una ciudad tan grande para un pueblerino no es fácil, pero tampoco imposible, y en esos años mucho peor que en la actualidad. “Sobre todo siendo un pibe de pueblo, con otras costumbres. Y ni hablar cuando a tus viejos todo les cuesta, y ese camino que creías de una manera se te hace más difícil de lo que esperabas. Lo bueno es que todo eso es lo que te hace crecer y valorar mucho los pequeños logros”.
Ya instalado en la ciudad de La Plata, junto a su compañera de vida y su pequeña hija, divide su vida entre su casa y el trabajo en Capital Federal. “Actualmente y desde hace 12 años trabajo en Recursos Humanos. Es algo que me gusta y descubrí con el oficio con los años, lo que me dio la estabilidad actual y la posibilidad de afianzarme en Buenos Aires. Y además, en la otra mitad del tiempo me dedico a lo que más me apasiona que es lo que vine a hacer originalmente. Intentar ejercer la profesión de Locutor/comunicador. Algo que nunca deje de hacer en estos años, pero que tuve que resignar mucho en otras etapas, para priorizar la estabilidad”.
Para César es un orgullo haber nacido en Deseado y mostrar cada vez que puede el lugar de donde viene. “En mi trabajo o cuando estudiaba por ejemplo, nunca faltó o falta la oportunidad para hacerles conocer de donde soy. Y si tengo un buen rato agarro google maps y hago el recorrido desde la entrada hasta el barrio de las 82, mi barrio” Ni hablar cuando alguien le dice: “Che vi Deseado en las noticias, o en el diario por un artículo de turismo…” Se le infla el pecho. “No me cansaré de hablarle y que conozca de donde vengo a mi hija, por supuesto. De eso se trata, de no olvidarse de las raíces”.
Esa estabilidad le permitió en el 2019 retomar su carrera, que había hecho 3 años, “aunque debí empezar de cero”, en el 2022, finalmente se recibió. Instaló un estudio en su casa y paralelamente a su trabajo diario realiza grabaciones y cumple su sueño de ponerle la voz a spots, audio libros y hasta dobla personaje, ya que también es actor de voz.
Vera tuvo una conexión especial con Buenos Aires, siempre supo cuando llegó a ella que algo bueno le esperaba, “es que los del interior somos más confiables, quizás porque somos más tranquilos y venimos con otra cultura de vida”. Aunque si le preguntan de volver a Deseado, lo pensaría. “Me encantaría decir que sí, pero lo veo difícil hoy por hoy, más que nada porque ya estoy instaladísimo. Quizás en algunos años, quien sabe.
Desde allí ve un Deseado que creció muchísimo y que claramente ya no es el que era cuando se fue. “Por momentos con ganas de salir a flote por el empuje propio de su gente, pero también veo un Deseado que dejaron un poco en el olvido por las malas políticas económicas. Eso me da mucha tristeza de ver a lo lejos y en el tiempo. Pero también veo y admiro a aquellos que sí se quedaron para intentar cambiar esa realidad, a los que volvieron (ex estudiantes ya profesionales) y se comprometen para que Deseado vuelva a tener ese lugar de preponderancia. Esto me da esperanza siempre”.
“Creo que le falta mayor desarrollo y crecimiento productivo por sobre todo. Tener políticas a largo plazo y que no importe que gobierno esté. Los chicos y chicas deseadenses no pueden elegir irse y alejarse porque no saben cuál va a ser su futuro laboral. Hay que mejorar las políticas educativas, el sistema de salud. Que la gente no tenga que seguir viajando 300km para atenderse en Comodoro, saliendo a las 4 de la mañana, con frío, viento….etc. Esto no debería seguir pasando. Y apostar a una mayor explotación y consciencia turística, porque Deseado tiene con qué! Igual creo en los vientos de cambio y tengo fe de que las cosas van a mejorar. Hay familias que aman Deseado de verdad y quieren lo mejor” exclamó.
A pesar de ello es consciente, que al igual que él, hay familias tradicionales de Deseado que se están yendo en búsqueda de otros horizontes, “y eso siempre duele porque seguramente son familias que hubiesen elegido quedarse. Aunque también es cierto que no toda la gente se va porque la esté pasando mal. Hay muchas decisiones que motivan algo así. Una de ellas tiene que ver con la falta de oportunidades para los hijos o el futuro de ellos, sin dudas no es una decisión fácil de tomar. Nadie quiere irse del lugar donde fue feliz”.
Cierto es que César vuelve, cada vez que puede lo hace. Recorre las calles de Puerto Deseado, se llena aún más de recuerdos, visita amigos, familia, le invade la nostalgia y le salpica el frio agua de la Ría.
Su vida es otra, no sabe si la que soñó, si la que buscó cuando se fue de su terruño hace 20 años. Allí, en la gran ciudad, junto a su hermano Carlos, extrañan los concejos del “viejo”, ese negro querido por todos. Extraña esa soledad, a veces necesaria, y piensa que algún día Puerto Deseado se va a desarrollar porque tiene con qué, y todos aquellos jóvenes, que como él, se van a estudiar van a volver y van a devolverle lo que César le pudo devolver….la vuelta de un hijo de esas tierras.